Gin tonic
Al abrirse las
puertas tuve una buena impresión. Él era exactamente como lo había imaginado
siempre en mis sueños más caóticos: alto, cuerpo esculpido, caireles
broncíneos, profundos ojos del color del mar caribe y piel tersa y mate. Casi
podía observar, extendiéndose tras su espalda fuerte, unas amplias alas negras,
como de ángel vengador. Lo supe de inmediato, que él era el elegido, que
Perséfone me había enviado a su favorito.
Finalmente, después de muchas noches entonando plegarias, había atendido
a mis cantos.
—¿Te invito una copa?
—Me preguntó, después de sentarse a mi lado, frente a la barra. Sonaba una
melodía de jazz suave, mi vestido era muy corto y él no podía dejar de mirarme
las piernas. Sabía jugar bien su papel. Eso me sedujo.
—Gin tonic —Accedí, a
pesar de que la técnica de retardamiento me producía ansiedad; esto no era una
tragedia griega ni un relato homérico. Podría haberme dedicado a reflexionar
que era “esto” exactamente, pero me convertí en “Extranjera” por un momento y decidí
no hacerme preguntas. ¿Qué coño importaba, de todos modos?
Me puso una mano en
el muslo cuando dejé la copa vacía sobre la barra. Se me aceleró el corazón y
sentí el pulso latirme con fuerza contra la sien. Lo miré, me miró, y tuve
claro que él sabía que sus intenciones me eran transparentes. Supo también que
deseaba que las ejecutara.
Entrelazó sus dedos
con los míos y de un girón me bajó de la butaca. Salimos del bar y recorrimos
varias calles hasta llegar a un motel: “PLUTÓN”, justo como siempre lo había
imaginado en esos sueños caóticos. Me lanzó sobre el colchón raído, se abalanzó
sobre mí, sacó el cuchillo y se reflejaron mis ojos enfebrecidos en la hoja
pulida. Sonreí ampliamente, sin miedo, mientras me lo enterraba en el corazón.
Por fin había llegado el momento: me reuniría con Perséfone.
Caracas, 20 de febrero de 2016
guao! quedé sin respiración!! te felicito, mi vida, es genial.
ResponderEliminarsorprendente, muy bueno, felicitaciones !!
ResponderEliminarExcelente!!!
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